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22 ene 2020

Reseña: The Natural Way of Things, de Charlotte Wood

Charlotte Wood, The Natural Way of Things (Sydney: Allen & Unwin, 2015). 316 páginas.
El inicio de esta novela de la australiana Charlotte Wood no puede ser más inquietante e intrigante. Dos mujeres jóvenes, Yolanda y Verla, despiertan en un lugar extraño después de un sueño inducido mediante drogas. Han sido secuestradas, y el carcelero les pregunta quién de las dos quiere ser la primera. Cuando una de ellas exige saber dónde se encuentra, el carcelero le dice que no es el lugar lo que importa, sino saber en qué va a convertirse.

A las dos las esquilan como si fuesen ovejas. De hecho, el lugar se revela como una vieja granja abandonada en alguna remotísima parte del outback australiano. Poco después descubren que hay otras ocho chicas. La granja es de una extensión enorme y está rodeada por una cerca electrificada con alta tensión; no hay comunicaciones de ningún tipo y no parece que haya vecino alguno alrededor. Además de esas trece personas, solamente hay canguros y conejos, cacatúas, kookaburras y serpientes.
Los carceleros son tres. Boncer es un tipo cruel, violento, lascivo y obviamente desequilibrado. El contrapunto a Boncer es Teddy, mochilero desempleado con ganas de aventura. Y Nancy, la falsa enfermera que se ha apuntado a esta empresa para ganar dinero y cambiar de aires.

La brutalidad, la violencia y los insultos se convierten en la norma desde el primer día. ¿Por qué las han secuestrado y encarcelado en este lugar tan inhóspito? ¿Por qué las han rapado y les han dado unas ropas ridículas? ¿Por qué las encadenan y las obligan a realizar trabajos forzados y a dormir en lo que son unas sucias perreras?

Pronto las diez prisioneras atan cabos y caen en la cuenta de que hay algo que las une: todas han estado involucradas en algún escándalo sexual. Descartada la opción de que se trate de un reality, lo poco que los carceleros revelan apunta a una corporación llamada Hardings International, cuyo lema reza ‘Dignidad y Respeto en un Entorno de Protección y Seguridad’.

Con el paso de las semanas y luego los meses la anunciada visita de Hardings sigue posponiéndose, la comida comienza a agotarse y las interacciones entre prisioneras y carceleros acentúan las tensiones. De pronto, un día el suministro eléctrico se corta. Los carceleros son por tanto también víctimas de la corporación.

Desde el comienzo de la novela Wood escoge adoptar dos puntos de vista: Yolanda y Verla son mujeres muy distintas, pero la situación de brutalidad, violencia e injusticia las une. Yolanda encuentra unas trampas y se convierte en cazadora de conejos, y gracias a los roedores que atrapa ella el grupo humano sobrevive en su cárcel. Verla, por su parte, pasa tiempo recogiendo setas, poniendo a prueba su toxicidad y con un plan en la cabeza.
El método favorito de Yolanda para conseguir comida. Y conejos, en Australia, hay demasiados. Fotografía de fir0002flagstaffotos.
The Natural Way of Things pone de relieve la fuerte misoginia latente en la sociedad australiana. El lector ha de concentrarse desde un principio en la historia, los simbolismos y detalles que importan. Que la historia resulte plausible o no en nuestra época es lo de menos. Por algo se denomina ficción. La cautividad, la brutalidad, la deshumanización de las diez mujeres son las ideas en las que Wood pone el acento. Los cambios jerárquicos que tienen lugar cuando se hace evidente que Hardings ha abandonado a todos en ese lugar desolado le permiten a la narración una progresión, un desarrollo lógico y verosímil.

¿Alimento o veneno? Verla sabe lo que busca, y qué hacer con ello. Fotografía de H. Krisp.
Por supuesto que no no voy a desvelar el desenlace, pero sí quiero mencionar que no todos llegan a salir del espantoso recinto en el que han quedado encerrados, tanto los carceleros como las jóvenes prisioneras. Como no podía ser de otro modo, por cierto.

Pienso que The Natural Way of Things será llevada al cine o la televisión en un futuro no muy lejano. La narración parece en buena medida estructurada con ese objetivo último. Que sea en forma de largometraje o de serie está por ver, pero valdrá la pena, sin duda alguna.

11 mar 2016

Reseña: Something Special, Something Rare, de VV.AA.

Varias autoras, Something Special, Something Rare (Collingwood: Black Inc., 2015). 245 páginas.

Cuando allá a finales de 2012 redacté una breve nota titulada ‘Premios feminizados’ en Hermano Cerdo, señalaba algo muy obvio: el hecho de que crear premios literarios exclusivos para autoras no iba a significar de forma automática que la literatura producida por esas autoras fuera a ser mejor (o peor) que la escrita por sus colegas masculinos. El fenómeno trataba simplemente de poner el foco (dotado de un considerable valor crematístico) en la literatura creada por mujeres.

Y así, resulta que en 2015 la editorial Black Inc., radicada en Melbourne, decide sacar un volumen recopilatorio de cuentos de autoras australianas. Lo curioso de este volumen, dejando de lado la indudable calidad de la mayoría de las narraciones que lo integran, es que la editorial lo publica a pelo: no hay ninguna introducción ni prefacio ni nada. Tampoco se menciona el nombre o nombres de la persona o personas que realizaron la selección. Una selección, por otra parte, que jugaba sobre seguro: todos los cuentos de Something Special, Something Rare ya habían sido publicados con anterioridad, algunos en revistas y otros en antologías.

Algunas de las firmas son ya autoras consagradas y han publicado libros de mucho éxito, al menos en Australia. Por ejemplo, Kate Grenville, que abre el libro con ‘Bushfire’, un afable relato de corte romántico cuya protagonista es una maestra de mediana edad en un arquetípico entorno rural australiano. O Fiona McFarlane con ‘The Movie People’, cuyos cuentos han venido apareciendo en The New Yorker a lo largo de los últimos años. Otras son menos conocidas, pero no por ello suscitan menos interés.

Otro aspecto inusual de esta valiosa colección tampoco tiene un hilo temático común. Más bien todo lo contrario. Hay que añadir asimismo que los cuentos que recopila este volumen abarcan más de una década. ‘The Intimacy of a Table’, de Delia Falconer, el ya mencionado de Grenville y ‘La Moustiquaire’ de Gillian Mears se publicaron por primera vez en 2001.

Es por supuesto bastante difícil señalar un cuento en particular que destaque en el volumen, y toda selección será naturalmente subjetiva. En todo caso, he aquí mi selección de la selección:

1) ‘Lebanon’, de Favel Parrett (cuyanovela Past the Shallows reseñé hacepoco más de tres años) es un relato muy corto, narrado en primera persona, que plasma un momento crucial en el desarrollo personal de una joven de Hobart. Podrás leer mi traducción al castellano en Hermano Cerdo muy pronto.

Favel Parrett. Fotografía tomada de www.wheelercentre.com 
2) ‘The Movie People’, de Fiona McFarlane, es un divertido relato que roza el absurdo, en el que los habitantes de un pueblito, incapaces de superar la partida del equipo y el elenco de una película, asumen en sus vidas reales los papeles de los personajes de la película en la que participaron como extras.

3) ‘A Chinese Affair’, de Isabelle Li, se centra en la doble vida de una emigrante de ascendencia china, casada con un hombre mucho mayor que ella, y la imposibilidad de mantener en secreto esa doble vida que lleva en alguna ciudad de Australia no identificada.
4) ‘Honeymoon’, de Charlotte Wood, cuenta visceralmente el cambio de actitud frente al marido y las muy íntimas sensaciones que tiene una joven recién casada durante la luna de miel.

Isabelle Li. Fotografa procedente de su propio sitio web
Y 5) ‘Flicking the Flint’, de Anna Krien, un perturbador relato en torno a un padre tiránico, una madre acobardada y un chico tímido en una escuela rural, y de cómo la amistad entre el chico y una joven maestra es aniquilada de la noche a la mañana por la intransigencia, la violencia y la ignorancia del padre.

Otros cuentos destacables son ‘The Meaning of Life’, de Mandy Sayer (de quien no había leído nada desde 1996, con The Cross); ‘Forging Friendship’, de Karen Hitchcock, una ironico relato sobre la amistad en los tiempos de Facebook, y ‘Letter to A’, de Alice Pung, una conmovedora historia sobre un joven hijo de emigrantes y las dificultades de abrirse un camino y labrarse un futuro cuando el presente no parece presentar salida alguna.


El valor intrínseco de Something Special, Something Rare estriba en la literatura recogida en esta antología. Los relatos indagan en la experiencia de personas muy diferentes, en disparejos entornos sociales y geográficos. Es una prueba fehaciente de que el estado reciente de salud de la narrativa australiana escrita por mujeres es bueno, si no excelente.

14 sept 2012

Reseña: 10 Short Stories You Must Read in 2011


Varios autores. 10 Short Stories You Must Read in 2011 (Sydney: Australia Council for the Arts, 2011). 280 páginas.


La producción de antologías de cuentos o relatos breves suele cumplir varias funciones, entre ellas las de dar a conocer la obra de autores noveles o menos conocidos. En el caso de 10 Short Stories You Must Read in 2011, el encomiable propósito era ante todo el fomento de la lectura, pues el libro se concibió como regalo para todo aquel que adquiriese uno de los 50 libros que formaron parte de la campaña Get Reading! 2011, auspiciada por el gobierno federal australiano.

Los autores cuyos relatos entraron en este volumen son en su mayoría autores ya consagrados en uno u otro género, y cuentan con varios títulos en su haber. Como suele ser habitual en las antologías, los resultados son un poco desiguales: junto a relatos realmente cautivadores por su sencillez o por su calidez humana, como el que abre el volumen de Cate Kennedy, se incluyen otros cuya presencia es difícilmente justificable, y que personalmente no me aportaron nada como lector. También hay narraciones que con una trama bien desarrollada y unas buenas dosis de suspense atrapan al lector, mientras que de otros es bastante fácil predecir el final.

Laminex and Mirrors, de Cate Kennedy, cuenta la amistad que surge entre una joven que trabaja como limpiadora en un hospital y un viejo solitario y enfermo. Narrada en primera persona desde el punto de vista de la chica, es una historia que rebosa humanidad e ironía. Es en definitiva un cuento que roza la perfección, en tanto que en pocas páginas relata una historia que satisface al lector, con un final abierto a la imaginación del lector.

Big Knobs, de Bill Condon, cuenta el primer día de trabajo de dos amigos adolescentes en una fábrica de puertas, y de cómo sus principios éticos les encaminan a tomar partido por el más débil, y perder su primer trabajo.

Larissa Behrendt explora el vacío que la ausencia de una hija va creando paulatinamente entre la esposa y el marido, cuyas respuestas son diametralmente opuestas. The Space Between Us indaga en las reacciones anímicas y en los sentimientos contradictorios del duelo de una madre, cuya hija adolescente es asesinada por dos jóvenes de su misma edad.

En Piñata, Jessica Rudd cuenta el encuentro de dos personas a quienes la vida ha herido. Jude Fox es una artista que se dedica a crear piñatas personalizadas para fiestas, y que perdió a su mujer al cáncer. Cuando Lucy le llama con un inusual encargo, una piñata para celebrar su ruptura matrimonial, Jude crea una obra de arte. Pero al llegar a casa de Lucy para entregársela, Jude tiene un terrible (y torpe) accidente. Por fortuna para él, Lucy es cirujana quirúrgica y tras administrarle los primeros auxilios, lo lleva al hospital. Piñata es una buena historia, pero a mi parecer tiene algunos altibajos en el ritmo narrativo, digresiones posiblemente innecesarias (la escena que describe cómo Jude espía la fiesta de cumpleaños del niño para el que ha creado una Catwoman desorienta al lector respecto a sus motivaciones).

Mientras espera su turno en una oficina de atención al público, Lisa, enfermera, ve la fotografía de una antigua amiga, ahora famosa, en el periódico. Lisa rememora las circunstancias que terminaron por separarlas. Nanoparticles, que firma Charlotte Wood, cuenta dos historias: la de Lisa y su amiga Olivia, y la de una mujer desesperada y amargada que está también esperando su turno en la oficina, y en la que Lisa descubre las señales y síntomas de un tratamiento contra el cáncer.

James Bradley cuenta en The Flats una durísima historia que de forma retrospectiva plantea el conflicto que se produce entre el sentido de la lealtad que exige una amistad verdadera y el sentido de la moral que reclama que denunciemos los actos criminales cuando somos testigos de ellos. Con un final sorprendente (en un excelente giro narrativo que, pese a ser abrupto no incomoda al lector), este relato de James Bradley me sorprendió muy gratamente. Tanto, que ya le he pedido permiso al autor para traducirlo, y en un par de semanas aparecerá en la revista de los campeones, Hermano Cerdo.

John Birmingham, más conocido por He Died with a Felafel in his Hand, propone al lector un cuento de terror y misterio en The Demons of Buttecrack County. Aparte de las dosis de humor con el que trata el tema, la narración de Birmingham no despertará mucho interés en el lector al que la fantasía y el gore no le resulten atractivos. Una pareja gay de neoyorquinos paran a cenar en un recóndito paraje, y entablan conversación con la sheriff del lugar; para llegar a la siguiente ciudad grande tienen que cruzar una marisma, pero el ayuntamiento ha descuidado mucho el mantenimiento de la carretera, les informa la sheriff Robertson.

Passage, de Caroline Overington, adopta, sin resultar demasiado convincente, el formato de una declaración pública ante los medios de comunicación de un parlamentario que decide relatar sus experiencias como joven bisoño arrastrado a un culto fundamentalista cristiano. Tras conocer en Melbourne a un extraño tipo que rebusca entre las sobras de comida arrojadas a la basura, el Hermano Ruhamah, Paul terminó pasando siete años de su vida en una granja donde se alojaba la secta liderada por Ruhamah. A mi parecer, es un cuento sin fuerza narrativa: no engancha al lector porque la narración de los años en la comuna de los “Jesus People” no contribuye a crear un personaje definido. El Paul de la juventud es el mismo Paul electo; la ironía que podría haberse explorado y explotado más en torno al personaje del Hermano Ruhamah (se nos revela que se pasa la mayor parte del tiempo en un ático de lujo en Gold Coast) queda un poco desperdiciada en vista del final que Overington decide darle al relato.

James Phelan contribuye un relato titulado Trust, en el que personajes acartonados, sin dimensión alguna, toman parte en una trama de mucha acción y palabrotas, agentes de la CIA, contactos de Wikileaks y delincuentes de la Costa Azul. Por cierto, sin que se le nombre explícitamente, hace su aparición Julian Assange. A modo de observación personal, debo confesar que no logró en ningún momento despertar mi interés.
El relato que cierra este volumen gratuito, The Existence of Women, de Miranda Darling, lleva a una joven agente de seguridad de una empresa privada a Rio de Janeiro, donde le han asignado la protección de Tatiana, una belleza que aspira a convertirse en Miss Universo. En Rio conoce al padrone de las chicas, Lazlo, quien comparte un pasado oscuro con la madre de Tatiana. Una de las chicas del grupo de Lazlo, Carmen, ha desaparecido. Stevie, la agente llegada desde Londres, tendrá que descubrir qué ha ocurrido y demostrarle a la madre de Tatiana que puede realizar su trabajo de manera competente.

Como se han encargado de repetirme mis hijos en numerosas ocasiones, he leído 10 Short Stories You Must Read in 2011 en 2012. Yo siempre les he contestado que las fechas no importan: lo importante es leer, y disfrutar de la lectura.

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